30/05/2023
España
Educación Primaria

Maestros que humillan a los niños: ¿por qué siguen enseñando?

maestros que humillan a los alumnos

¡Hola, grupo! ¿Cómo lo estáis llevando? ¡Espero que genial! Hoy vamos a hablar de algo que crea mucha polémica dentro del ámbito educativo: los maestros que humillan a los niños en clase y delante de todos los compañeros. Si creéis que ya no existen este tipo de docentes, por desgracia, estáis bastante equivocados. ¡Os animo a leer el post de hoy y a dejar comentarios con vuestras opiniones!

El daño emocional que hacen los maestros que humillan

Os voy a contar algo que le pasó al hijo (de ocho años) de una amiga en clase. Resulta que el peque no supo hacer bien un ejercicio de matemáticas, y su maestro le dijo delante de todos los compañeros que era el peor estudiante que había tenido. El día en que pasó eso, la madre del niño le encontraba muy triste y le preguntó qué le pasaba. Cuando su hijo le contó lo sucedido no podía creérselo.

Los padres no dudaron en pedir una tutoría con el maestro, y éste afirmó sin tapujos lo que le había dicho al niño: que era el peor estudiante que había tenido y que tenía que saberlo para ponerse las pilas y no suspender. La familia del peque está hablando con la dirección del centro para exponer su caso, pero yo me hago las siguientes preguntas: ¿cómo pueden seguir enseñando este tipo de maestros? ¿cómo pueden trabajar en la docencia?

Ahora el hijo de mi amiga no cree en sí mismo, piensa que es un inútil y le da vergüenza estar en clase. Como os podéis imaginar a raíz de ese comentario, su autoestima y autoconcepto han caído en picado. Y no solo eso, ya no va feliz, ni emocionado, ni ilusionado al colegio. ¿Es esto normal? ¿Deben ser llamados maestros las personas que humillan de esta manera a los peques? 

Los buenos maestros son siempre buenas personas

Alguien me dijo una vez que los buenos maestros son siempre buenas personas. Que yo sepa humillar a niños de ocho años delante de todos los compañeros no es de ser buena persona. Ni siquiera creo que los maestros que hacen este tipo de comentarios a los estudiantes sepan la repercusión que tienen sus palabras en los niños. Para muchos alumnos sus maestros son personas a las que admiran y un ejemplo a seguir para ellos. 

Hay gente que dice que los niños de siete y ocho años todavía no sienten las cosas y que no se dan cuenta. Obviamente, eso no es cierto. Los niños de estas edades son capaces de distinguir lo que les hacen sentir bien como el amor, la alegría, una sonrisa, el cariño, la cercanía… pero, también son conscientes de aquellas situaciones que les producen tristeza, vergüenza, humillación, miedo y malestar. ¡Los niños no son rocas andantes, por favor!

Cualquier persona no puede dedicarse a la enseñanza

Igual que cualquier persona no puede ser médico, ingeniero, veterinario, peluquero o mecánico. La enseñanza, en cualquiera de sus etapas, es una de las profesiones más bonitas que hay, pero hay que sentir pasión y emoción por ella. Desafortunadamente, hay gente que accede a este trabajo porque cree que la carrera es muy fácil y que el esfuerzo es mínimo. Sin embargo, lo realmente importante viene después: en el día a día dentro del aula.

Es ahí cuando esa gente, que accedió a estudiar magisterio por ser lo más sencillo del mundo se da cuenta de la realidad. De esta manera, tenemos a «maestros» que no han tenido el valor de dejarlo a tiempo trabajando en centros educativos sin quererlo ni sentir amor por la enseñanza. ¿Y a que da pie esto? Pues a malos comentarios a los niños, actitud negativa y desmotivación hacia un trabajo que debería aportar muchísima felicidad y satisfacción.

Estoy cansada de escuchar que en todos lados hay profesionales a los que no les gusta su trabajo, pero yo creo de verdad que eso no debería ser así. Una persona que haya elegido estudiar magisterio, trabajar en un colegio y que se de cuenta de que no le gusta podría hacer dos cosas: dejarlo a tiempo y dedicarse a otra cosa que le llene, o esforzarse al máximo para dar la mejor versión de sí mismo a sus alumnos aunque no sea su pasión. 

La enseñanza no es una profesión que se pueda tomar a la ligera. Se trabaja con niños, adolescentes, jóvenes y con sus familias. Afortunadamente, hay muchísimos maestros de corazón increíbles que viven la educación de una manera respetuosa y positiva cada día, pero también está la cara opuesta: «maestros» que quizás no deberían haber pisado un aula nunca.

¿Habéis tenido algún maestro de este tipo en vuestra vida académica? Me encantará saber todas vuestras opiniones, y… ¡nos vemos en la próxima entrada!

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